Carta a mis hijos
No me pidan
que les enumere la guerra
porque es hablarles de la muerte
desde la muerte
pregúntenme
qué aprendí de la guerra
entonces y ahora
les hablaré de la vida
desde la vida
En este ensayo sin fin
de sucederse
se me ocurre enunciarles
señales esperanzas argumentos
y decirles por ejemplo
Que puedan ver lo visible sin disfraces
Que puedan ver lo invisible y los conmueva
Que se miren al espejo y al mirarse puedan verse
Que se miren y al mirarse no sean un reflejo
Que puedan dividir lo indivisible y lo compartan
Que puedan unir lo divisible en la incoherencia
Que los brazos que los abracen no los envuelvan
Que los besos que los abrasen reverdezcan
Que las palabras que suelten no sean mudas
Que las palabras que callen no enmudezcan
Que sus manos sean libres y sean pueblo
Que sus manos siempre estén abiertas
Que sus almas en cada acto se descubran
Que sus almas no se compren ni se vendan
Que sus memorias se rebelen a los mensajeros del olvido
Que en sus memorias el pasado siempre esté presente
Que en sus futuros no llueva sobre mojado
Hijos
esto que escribo
es esencial en mi universo
sin embargo
en esta excursión sin garantías
los caminos
serán únicos
serán suyos.
Madre guerra
Separación partida alejamiento desaparición
negligencia desidia descuido abandono
ausencia carencia escasez vacío penuria
infierno abismo perdición tormento castigo
traición deslealtad falsedad ingratitud infamia
extinción destrucción agonía muerte
ruina daño pérdida decadencia frustración
frialdad insensibilidad indiferencia
encubrimiento ocultación complicidad
desatención olvido amnesia
vorágine de sensaciones sin sanciones
sin sentido sentimiento
sin sentido
es decir
la guerra que nos parió
inocentes fetos
engendrados en orgías políticas
útero de muerte y miseria
que nos escupió a la vida
huérfanos ya
desde tus extrañas entrañas
madre prostituta
vomitamos la inmunda secreción
de tus oscuros senos
con la que quisiste envenenarnos
y nos salvamos
elegimos
estar vivos
estar juntos
para dar testimonio
somos
el aborto frustrado
de los cómplices de tu macabra preñez.
Cielos
Cuando miramos al cielo
a veces buscamos alguna respuesta
o algún dios
otras maldecimos o bendecimos
murmuramos con alguien
que ya no está
o con nosotros mismos
otras veces sólo por contemplarlo
tratando de robarle un color
una nube una estrella
que nos llene los ojos de vida
seguir el vuelo de un pájaro
y de repente darse cuenta
que este cielo dejó de ser único
y ahora es exclusivo
porque entre tantos misiles
helicópteros, aviones
satélites y humo negro
¿Dónde miran los ojos
y los ojitos de Irak
si los mercaderes de la muerte
ya les robaron hasta el cielo?
Trisagio
Un dos tres
seis seis seis
perón isabelita el brujo
trinitrotolueno
videla massera agosti
triple a
preparen apunten fuego
diez mil por tres
galtieri anaya lamidoso
malvinas georgias sandwichs
granbretaña estadosunidos otan
alfonsin martinez sourruille
carapintadas obedienciadebida puntofinal
menem duhalde cavallo
triple frontera
trilogías malignas
tercetos macabros
ternas malditas
enumero de tres en tres mi memoria
confieso que este tríptico desfile temporal
me da un poquito de trifobia
aunque dos por tres se me pasa
siento tres veces bronca
tres dos uno.
Lauchitas
Dime con quién andas y te diré si mueres
Ojos que no ven corazón que no muere
La muerte con botas caza ratones
y roba lauchitas
Va a la escuela y te corrige con rojo
Le pone zancos a la mentira
el terror es derecho y humano
Mientras las lauchitas crecen
la muerte con botas se cambia el calzado
sabe que en las canchas gritan más fuerte
Los ojos comienzan a ver
las lauchitas miran hacia atrás
Ya puedes decir con quién andas
pero la muerte con botas
no te dirá quién eres
La mentira pierde el equilibrio
el terror ya no aterroriza
entonces
la muerte con botas
se disfraza de celeste y blanco
y en la trampa de abril
hasta dios queda atrapado
Aunque la muerte se saque las botas
aunque ya descalza la muerte se muera
habrá
arrugas sin después
piel tersa sin antes
y en los huecos de los abrazos
besos sin mejillas ni labios
caricias sin piel y sin manos
Lauchitas emboscadas en abrazos
envueltas en besos
acorraladas en caricias
dudaron
Y supieron.
Trabalengua
Desamarse es dividirse
dividirse es desarmarse
es decir
desamarse es desarmarse
aunque también
amarse es unirse
unirse es armarse
es decir
amarse es armarse
Desamarse o desarmarse
no implica ni justifica
amarse o armarse
como tampoco
amarse o armarse
no implica ni justifica
desamarse o desarmarse
Entre tanto amarse armarse
desamarse y desarmarse
el poema será un trabalengua
y la vida un trabacorazón.
Algunas variaciones de la ciencia
después de un eclipse de soledad
En la geometría del amor
dos soledades paralelas
convergen en el infinito
En la física relativista del amor
el tiempo es relativo
y el infinito es finito
En la química orgánica del amor
dos soledades que se fusionan
entran en combustión
provocando explosiones simultáneas de felicidad
En la matemática del amor
cuando sumamos dos soledades
obtenemos una vida
En la tecnología del amor
dos soledades que se funden
evitan el óxido del alma
En la astronomía del amor
al alinearse dos soledades en el universo
generan un eclipse total de soledad
En la naturaleza del amor
la soledad se pierde
no se transforma
Aunque a ciencia cierta
en la ciencia del amor
la ciencia no existe.
Lugares
Aquí estoy
despojado de todo
en este lugar
que no es tuyo ni mío
Los lugares no existen donde estás
sino con quien estás
Los lugares existen en el alma de la gente
sin fronteras
ni razas
ni religiones
así es mi lugar
mi mundo
para compartirlo
desde mi alma
hacia ti.
SOBREVIDA
“Un libro – y sobre todo un libro de poemas – debe justificarse por sí mismo, sin prólogos que lo defiendan o lo expliquen.” Oliverio Girondo
Hace casi treinta años que Hugo Sánchez volvió de Malvinas. Pasaron quince años hasta que lo pudo escribir y otros quince hasta que sus palabras se transformaron en Sobrevida, su primer libro.
En un país de urgencias, Hugo se pone de pie en otro lugar. En compañía de los que no volvieron, va convirtiendo la guerra en un relato de la historia reciente de un país que olvida, repite y no termina de castigar. Sus fantasmas se transforman en culpables, los silencios en complicidades y el dolor en vida y memoria. Porque aún siendo una victima más de la Dictadura, Hugo no siente compasión por sí mismo ni necesita mentirse, no siente que le ganó nada ni cree ser héroe de nada. Siente que estar vivo es una forma de haberle ganado a la guerra y a los monstruos que la inventaron. Los mismos monstruos que hicieron desaparecer a la generación anterior y que siguen poblando los cielos de misiles.
Pero esos treinta años también se agradecen porque al testimonio, Hugo le agregó la belleza que logran las palabras de un escritor maduro. Y le agregó presente, porque la poesía de Hugo mira hacia mañana. Esa combinación de belleza y presente le dan la contundencia de lo sencillo, esa de Gelman, Benedetti y Sabines.
El hombre que vivió el horror ya no es más una victima de otros. Es un escritor, es quien nos trae las palabras perdurables para que la memoria nunca prescriba. Sobrevida es una pregunta sin respuesta sobre el lugar vacío de los que no están. Pero, ante todo, Sobrevida es una victoria.
Natalia Zuazo
En un país de urgencias, Hugo se pone de pie en otro lugar. En compañía de los que no volvieron, va convirtiendo la guerra en un relato de la historia reciente de un país que olvida, repite y no termina de castigar. Sus fantasmas se transforman en culpables, los silencios en complicidades y el dolor en vida y memoria. Porque aún siendo una victima más de la Dictadura, Hugo no siente compasión por sí mismo ni necesita mentirse, no siente que le ganó nada ni cree ser héroe de nada. Siente que estar vivo es una forma de haberle ganado a la guerra y a los monstruos que la inventaron. Los mismos monstruos que hicieron desaparecer a la generación anterior y que siguen poblando los cielos de misiles.
Pero esos treinta años también se agradecen porque al testimonio, Hugo le agregó la belleza que logran las palabras de un escritor maduro. Y le agregó presente, porque la poesía de Hugo mira hacia mañana. Esa combinación de belleza y presente le dan la contundencia de lo sencillo, esa de Gelman, Benedetti y Sabines.
El hombre que vivió el horror ya no es más una victima de otros. Es un escritor, es quien nos trae las palabras perdurables para que la memoria nunca prescriba. Sobrevida es una pregunta sin respuesta sobre el lugar vacío de los que no están. Pero, ante todo, Sobrevida es una victoria.
Natalia Zuazo
Con el permiso de Hugo y el perdón de Oliverio inicio éstas líneas que pretenden ser un prólogo; la presentación de una obra y de un autor cuya simpleza y profundidad han llegado hasta mis lágrimas, hasta mi cuerpo estremecido.
PRÓLOGO
“… la sensación (…)
no de haberme liberado de la muerte,
sino de haberla atravesado.”
Jorge Semprún.
Hablarles de Hugo es hablarles de Malvinas, es hablarles de la guerra; es contarles lo que se vive, lo que se muere, lo que se queda. Tuve la muerte / merodeando / cerca cerquita / del poco y sucio cuerpo / que me quedaba.
Sospecho que por momentos él es un aliento que permanece allí, entre el día y la noche, aún en soledad. A veces me encuentro / tirado en el tiempo / de tu sur lejano. Sospecho que por momentos sólo su proyección es la que camina entre las calles de nuestra ciudad Soy una sombra clandestina en la sombra / que vaga por el humeante asfalto, la que se sienta a tomar un café conmigo, la que cumple con su cotidianeidad voy huérfano de luna ni maldito ni santo. Sospecho que él ha muerto antes de volver Me salvé/ no pude arrancarme la muerte; antes de ser Malvinas y ser la guerra, la guerra que nos parió, la que nos queda, suspendida; la de las grietas en la memoria que no calla, que no cierra. Que sus memorias se rebelen a los mensajeros del olvido / Que en sus memorias el pasado siempre esté presente.
Hablarles de Hugo es hablarles de la integridad, de la unión y de la fuerza; es hablarles del regreso y de la vida, porque hay una vida en el regreso, aquella que puja en el vientre de sus ojos y en el de sus manos, aquella que no es la misma ni la única; otras, muchas otras, laten dentro de ella elegimos/estar vivos/estar juntos. Hugo es comunión, es hermandad y aquí estoy / prójimo de casi todos.
La vida del regreso es testimonio. Trataron de esconder la noche / que nos traía de la muerte… Tiraron nuestros pedazos / en la puerta del invierno. La vida del regreso no es olvido. Olviden olviden / ya están en casa.
Su voz del regreso sale de excursión y grita ... / los políticos siguen hablando / nosotros seguimos comprando / y… Lloro País cuando te siento /… porque he sido cómplice / de lo que no he querido. Los rincones de la noche habitan en ella; son negros océanos sin costas / donde nos hundimos sin cuerpo. Su voz del regreso vomita tratando de arrancar el dolor / de la muerte que vivo / de la vida que muero.
Su cuerpo del regreso es ese aliento que continua debatiéndose allí, en las islas, en la muerte y en la trampa de abril en la que hasta dios queda atrapado, entre las balas y los ecos de la tarde última antes del escape. Cierta vez me dijo que la guerra nunca se termina, que uno siempre la lleva consigo sólo el pasado nítido se manifiesta / a través del tiempo / sin tiempo.
Sus manos del regreso escarban sentimientos. Algunos florecen en su boca con pétalos de espejismos. … / el mismo amor / la misma soledad / pero vos sos otra / yo soy otro. / … hablo de la distancia / del beso que llega a mis labios / y no me besa; otros, con el rojo fuego de la rosa concreta. … / mis incertidumbres / tu cuerpo refugio. De todos los silencios elijo siempre / el que nace del beso.
Una tarde, aquella en la que compartí con Hugo la mesa de un café, le hablé de la necesidad que yo siento cada vez que Malvinas regresa y llora su desvelo en mis ojos y en mi cuerpo. Necesito hacer algo por ustedes, le dije y entonces
ésta obra,
éste libro
por Hugo
por ustedes.
Quince años de muerte y de silencio han soportado su lengua y su letra. Quince años para nacer y ser poema y ser luces en sus manos. Ese Hugo es el que hoy me atraviesa.
Javier Bibiloni, marzo de 2010.
PRÓLOGO
“… la sensación (…)
no de haberme liberado de la muerte,
sino de haberla atravesado.”
Jorge Semprún.
Hablarles de Hugo es hablarles de Malvinas, es hablarles de la guerra; es contarles lo que se vive, lo que se muere, lo que se queda. Tuve la muerte / merodeando / cerca cerquita / del poco y sucio cuerpo / que me quedaba.
Sospecho que por momentos él es un aliento que permanece allí, entre el día y la noche, aún en soledad. A veces me encuentro / tirado en el tiempo / de tu sur lejano. Sospecho que por momentos sólo su proyección es la que camina entre las calles de nuestra ciudad Soy una sombra clandestina en la sombra / que vaga por el humeante asfalto, la que se sienta a tomar un café conmigo, la que cumple con su cotidianeidad voy huérfano de luna ni maldito ni santo. Sospecho que él ha muerto antes de volver Me salvé/ no pude arrancarme la muerte; antes de ser Malvinas y ser la guerra, la guerra que nos parió, la que nos queda, suspendida; la de las grietas en la memoria que no calla, que no cierra. Que sus memorias se rebelen a los mensajeros del olvido / Que en sus memorias el pasado siempre esté presente.
Hablarles de Hugo es hablarles de la integridad, de la unión y de la fuerza; es hablarles del regreso y de la vida, porque hay una vida en el regreso, aquella que puja en el vientre de sus ojos y en el de sus manos, aquella que no es la misma ni la única; otras, muchas otras, laten dentro de ella elegimos/estar vivos/estar juntos. Hugo es comunión, es hermandad y aquí estoy / prójimo de casi todos.
La vida del regreso es testimonio. Trataron de esconder la noche / que nos traía de la muerte… Tiraron nuestros pedazos / en la puerta del invierno. La vida del regreso no es olvido. Olviden olviden / ya están en casa.
Su voz del regreso sale de excursión y grita ... / los políticos siguen hablando / nosotros seguimos comprando / y… Lloro País cuando te siento /… porque he sido cómplice / de lo que no he querido. Los rincones de la noche habitan en ella; son negros océanos sin costas / donde nos hundimos sin cuerpo. Su voz del regreso vomita tratando de arrancar el dolor / de la muerte que vivo / de la vida que muero.
Su cuerpo del regreso es ese aliento que continua debatiéndose allí, en las islas, en la muerte y en la trampa de abril en la que hasta dios queda atrapado, entre las balas y los ecos de la tarde última antes del escape. Cierta vez me dijo que la guerra nunca se termina, que uno siempre la lleva consigo sólo el pasado nítido se manifiesta / a través del tiempo / sin tiempo.
Sus manos del regreso escarban sentimientos. Algunos florecen en su boca con pétalos de espejismos. … / el mismo amor / la misma soledad / pero vos sos otra / yo soy otro. / … hablo de la distancia / del beso que llega a mis labios / y no me besa; otros, con el rojo fuego de la rosa concreta. … / mis incertidumbres / tu cuerpo refugio. De todos los silencios elijo siempre / el que nace del beso.
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